La conservación de la sociedad recae en la implementación de políticas éticas expuestas por los expertos en tecnología, los juristas y los políticos. El mundo digital en el siglo XXI el pan de cada día de todos los seres humanos que se levantan con una taza de café en una mano y su celular en otra, la gran mayoría de nuestras actividades dependen de ella, aunque la tecnología nos aporta muchos beneficios que podemos apreciar, también plantea importantes retos y dilemas éticos: desigualdad, insostenibilidad, pérdida de la privacidad, vigilancia masiva, adicciones, etc. Estos riesgos se relacionan especialmente con las tecnologías emergentes que apuntan a una revolución en los próximos años: la inteligencia artificial, la robótica, la realidad aumentada-virtual-mixta, la internet de las cosas, etc.
En esta situación, necesitamos referentes que nos permitan construir entre todos una sociedad más armónica y equilibrar los excesos que acarrea el mundo digital.
Las grandes puertas a lo desconocido nos han dejado con vacíos dentro de cada uno de nosotros, el uso desmedido, y la formas de uso que más allá de facilitar han provocado una generación perezosa y poco activa.
La conservación de la sociedad recae en la implementación de políticas éticas expuestas por los expertos en tecnología, los juristas y los políticos maestros de las leyes de orden, todos usamos estas herramientas digitales a diario directa o indirectamente y los nuevos escenarios que plantean requieren una nueva consciencia y unos nuevos referentes.
Aunque se cree que la tecnología debe ser primordial para el desarrollo de las nuevas sociedades de la información la conciencia del tiene la gran responsabilidad de llevar a un mejor momento la creación y uso tecnológico, esta en cada uno de nosotros la autorregulación ética que nos permita ver y vivir en equilibrio de manera individual como en conjunto.
