El término correcto es sensación térmica y su definición es la sensación de frío o calor que siente una persona a través de la piel, según la combinación de parámetros meteorológicos: temperatura, viento y humedad relativa.
En la actualidad, con el avance de la ciencia y la tecnología se ha logrado identificar los cambios radicales que sufre la tierra en consecuencia por el calentamiento global.
Conforme el calor aumenta, mayores son los riesgos de sufrir las consecuencias por el exceso de temperatura, es por eso la importancia de identificar los golpes de calor de la insolación, para evitar lesiones y accidentes en el futuro.
El golpe de calor es conocido por ser un trastorno ocasionado por el exceso de calor en el cuerpo, generalmente como consecuencia de la exposición prolongada a altas temperaturas o del esfuerzo físico en altas temperaturas. El golpe de calor es una lesión grave por calor y puede ocurrir si la temperatura del cuerpo alcanza los 104 °F (40 °C) o más. Esta afección es más frecuente en los meses de verano.
Por otro lado, la insolación sucede cuando el cuerpo no logra regular su propia temperatura y la temperatura corporal continúa aumentando, las medidas pueden llegar hasta 104 °F (40 °C) o más.
Aunque las insolaciones pueden ser leves, un golpe de calor siempre es grave, especialmente en niños y personas mayores.
Los síntomas de insolación pueden ser:
Cara congestionada.
Dolor de cabeza.
Sensación de agotamiento.
Sensación de sed.
Calambres musculares intermitentes en extremidades y abdomen.
Y sudoración abundante.
Los síntomas por golpes de calor se identifican cuando:
La sudoración cesa y la piel está seca, caliente y enrojecida.
Mareos, náuseas y vómitos.
Pulso fuerte e irregular.
Respiración acelerada y ruidosa.
Temperatura corporal.
Además de conocer los síntomas iniciales, es importante tomar medidas de prevención ante el calor, sobre todo, en las horas donde más se eleve la temperatura.
Esta serie de consejos puede facilitar la prevención de golpes de calor e insolación:
Evitar la exposición directa al sol, sobre todo en las horas centrales del día, y usar cremas de protección solar.
No quedarse en sitios cerrados como autos.
Vestir ropa adecuada y ligera.
Beber líquidos en abundancia, pero sin excederse.
Evitar el alcohol y la cafeína.
Utilizar ventiladores y, en casa, ventilar durante la noche.
Mojarse por completo o bañarse.
Reducir la actividad física durante las horas más cálidas.
