Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 en 2020, el coronavirus ha mutado varias veces, dando origen a diversas cepas.
Una de ellas despertó el interés de los científicos mientras los niveles de contagios están en su punto más bajo, se trata de la Ómicron BQ.1 y su sublinaje, Q.1.1, mejor conocido como perro del infierno. En México ya se hay algunos casos registrados de esta variante.
Ya que el perro del infierno es al menos 10% más transmisible que otras variantes, el pasado 20 de octubre, la cepa y su sublinaje fueron catalogadas como “de interés” para la salud pública por parte del Centro Europeo para el Control y la Prevención de Enfermedades (ECDC).
En México se han detectado hasta el momento 16 contagios con la cepa BQ.1 y BQ.1.1. De acuerdo con información proporcionada por Oliva López Arellano, titular de la Secretaría de Salud de la Ciudad de México, son pocos los casos y no es una variante que predomine en el país.
“Hasta ahora no produce cuadros más graves, entonces tenemos muy pocos hospitalizados y seguimos tomando muestras, para tener un monitoreo y seguimiento de los indicadores todos los días”, aseguró Arellano.
De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), los síntomas de estas subvariantes de Ómicron, BQ.1 y BQ.1.1 son muy similares a las otras variantes y al mismo COVID-19: fiebre, escalofríos, tos, problemas para respirar, cansancio, dolores musculares, de cabeza, de garganta, náuseas, diarrea y congestión nasal.
Autoridades de salud exhortan a continuar con las medidas de higiene y distanciamiento social para evitar contagios.